miércoles, 21 de julio de 2021

Mauricio Grabois; Dos concepciones, dos orientaciones políticas, 1960

Introducción:

El presente artículo fue escrito y publicado en 1960 por uno de los máximos dirigentes del Partido Comunista de Brasil (PCdoB), Mauricio Grabios. Para contextualizar un poco se podría añadir que forma parte de una serie de documentos aparecidos en la misma época escritos por Grabois y otros marxistas-leninistas que decidieron poner fin a la vía socialdemócrata que se había impuesto en el PCB desde el XX Congreso del PCUS que, en la mayoría de los casos, sólo vino a dar el visto bueno a la mayoría de desviaciones derechistas que afectaban a varios partidos comunistas en todo el mundo. Podría ejemplificarse con el caso del Partido Comunista de España, el de Italia, Estados Unidos, Francia etc. Estos partidos ya desde antes y después de la Segunda Guerra Mundial reflejaron esperanzas en las democracias burguesas de sus respectivos países y, como puede ser el caso de los italianos y los franceses, hicieron llamados para llevar a cabo una supuesta transición pacífica hacia el socialismo.

Así pues en 1962 se rompe con el PCB liderado por el revisionista Carlos Prestes y se funda el PCdoB de la mano de Grabois, Pedro Pomar y Joao Amazonas. Desde un inicio sufre de posturas foquistas y maoístas, como puede verse en su postura con la guerra de guerrillas, aunque estas desviaciones posteriormente las fue desechando. Esto puede verse por ejemplo en la obra de Grabois "Diario de la guerrilla" de 1973 o en Mauricio Grabois, marxista-leninista brasileño, y sus reflexiones sobre el carácter reaccionario del revisionismo cubano en el plano internacional. En este fragmento se critican las posturas revisionistas de Fidel Castro en un discurso y su defensa a la dirección del PCB y otros revisionistas europeos.

Para la lectura sobre la historia del partido recomiendo el artículo La claudicación del PCdoB en el que se hace un breve repaso de su trayectoria y la posterior traición que llevó a cabo Amazonas a partir de la década de los ochenta. Estas traiciones se pueden ver a partir del fin de la dictadura fascista ya que, y como menciona el artículo, el PCdoB comienza a defender la democracia burguesa y la existencia de diversos partidos. Ejemplo de esto es el apoyo que el partido le presta al gobierno burgués de José Sarney desde 1986.

La traducción ha sido realizada directamente del portugués y he intentado que sea lo más fiel posible en cuanto al vocabulario. Se han omitido algunas líneas a causa de que se repiten en los párrafos siguientes, así que no se pierde nada del contenido original. Más adelante se intentará traducir más trabajos de Grabois como de otros dirigentes como Pedro Pomar. 




La Declaración de marzo de 1958 no expresa una política justa, no corresponde con los intereses del proletariado. En esencia, el documento defiende una línea oportunista de derecha. Exagera la importancia del desarrollo del capitalismo, toda su orientación deriva de ese desarrollo, está enteramente subordinado a él.

La Declaración embellece el capitalismo. Procura mostrar que la industria brasileña ha alcanzado un alto nivel de crecimiento y atribuye este crecimiento al capital nacional. Pero, en realidad, el imperialismo también participa en ese proceso de industrialización, domina ramas fundamentales de la industria del país. La exageración en la apreciación del papel del desarrollo capitalista en el proceso revolucionario, lleva a la Declaración a idealizar a la burguesía, que es tratada como si fuese una fuerza consecuente, capaz de defender hasta el final los intereses nacionales. Toda la orientación estratégica y la línea táctica expuestas en la Declaración tienen en vista casi exclusivamente los intereses de la burguesía, conducen al fortalecimiento de sus posiciones políticas, en detrimiento de las demás fuerzas revolucionarias. Sobreestima la magnitud y la profundidad de la contradicción entre la burguesía y el imperialismo, como si la burguesía no pudiese llegar a acuerdos con los imperialistas.

Después de proclamar, sobre el papel, que la revolución brasileña en la presente etapa, es antiimperialista y antifeudal, la Declaración inmediatamente después vuelve a caracterizar la revolución. Esta pasa a ser solamente nacional y debe enfrentar únicamente las tareas antiimperialistas. Los objetivos de carácter democrático quedan enteramente subordinados a la contradicción antiimperialista que es considerada principal en toda la etapa histórica actual de la sociedad brasileña. Así, las tareas democráticas son separadas mecánicamente de los objetivos nacionales y transferidas a otra etapa de la revolución. 

De ello se desprende que, en vista del frente único, la Declaración presenta un esquema de disposición de las fuerzas revolucionarias que incluye hasta a los mismos terratenientes y grupos de la burguesía ligados a los monopolios extranjeros rivales de los monopolios norteamericanos. Tal disposición de fuerzas corresponde a una revolución exclusivamente nacional. Por lo tanto, la solución de la cuestión agraria deja de ser una de las tareas de la revolución. Es verdad que, en determinadas circunstancias, los terratenientes y sectores de la burguesía ligados a los imperialistas rivales de los norteamericanos, pueden participar en ciertas acciones contra el imperialismo yanqui. Pero esto solamente por objetivos limitados y por periodos relativamente cortos. Querer incluirlos en el frente único democrático y antiimperialista sería incurrir en un grave error.

¿Cómo asegurar la permanencia simultánea en el frente único de terratenientes y campesinos si los últimos -según las Tesis- están:

"interesados en liquidar una estructura agraria atrasada que tiene apoyo en la explotación imperialista?"

Es un error colocar de manera absoluta, en las condiciones actuales de Brasil, la predominancia de los objetivos nacionales en detrimiento de las reivindicaciones democráticas. 

Además, al subordinar al completo las reivindicaciones democráticas al factor nacional, la Declaración, en lugar de ampliar el frente único, como puede parecer, no hace más que restringirlo. Esto se debe a que será difícil, o incluso imposible, llevar a las grandes masas campesinas al frente único en el que participan los terratenientes. Semejante hecho podría ocurrir si el país atravesase una situación que pusiera en peligro a toda la nación, como en el caso de agresión o ocupación militar extranjeras, cuando los intereses de todas los estratos sociales están amenazados. Pero eso no ocurre en Brasil. Desde el punto de vista táctico, en determinadas ocasiones, la clase obrera y su partido pueden, en la acción práctica, no dar mucho énfasis a las reivindicaciones agrarias de carácter radical y unirse a los terratenientes que tienen contradicción con los imperialistas norteamericanos y a los sectores de la burguesía ligados a los grupos monopolistas que compiten con los monopolios yanquis. Pero si se tiene en cuenta que el núcleo del frente único está constituido por la clase obrera y el campesinado, que lo fundamental para el frente único es atraer para sí a las amplias masas trabajadoras de la ciudades y el campo, es un error colocar de manera absoluta, en las condiciones actuales de Brasil, el predominio de los objetivos nacionales en detrimiento de las reivindicaciones democráticas. 

Del contenido de la Declaración se desprende que tiene más valor para la formación del frente único la alianza con la burguesía que con el campesinado y la pequeña burguesía urbana, colocados en un nivel mucho más secundario. La propia clase obrera no es considerada adecuadamente, una vez que sus reivindicaciones son completamente subestimadas. Por este camino no se atraerá a las grandes masas del pueblo, jamás se forjará el frente único democrático y antiimperialista. 

Sobre el papel, la Declaración proclama la necesidad de la hegemonía del proletariado en la revolución. Mas esta cuestión no es solamente un problema de definición. Es un problema práctico que, sobre todo, preocupa a los aliados de la clase obrera. Más concretamente. ¿Quién ejercerá influencia sobre el campesinado y lo dirigirá? ¿El proletariado o la burguesía? La Declaración, al otorgar primacía absoluta al aspecto antiimperialista de la revolución brasileña, en detrimiento de su aspecto agrario, establece de hecho una línea de renuncia a la dirección del movimiento revolucionario por parte del proletariado, porque tal orientación dificulta la movilización de los campesinos, impide el proceso de formación de la alianza obrero-campesina, factor decisivo para que la clase obrera conquista la hegemonía en la revolución. 

El oportunismo de derecha de la Declaración

Las tendencias oportunistas de derecha de la Declaración se manifiestan con mayor claridad en la cuestión del poder -problema fundamental de la revolución. Partiendo de una justa constatación de que actualmente no hay condiciones para alcanzar un gobierno democrático y antiimperialista, la Declaración llega a una conclusión falsa al abdicar por completo de la lucha por este objetivo, limitándose a reivindicar modificaciones parciales en la política y en la composición de los sucesivos gobiernos, en los marcos del régimen vigente. Con esta táctica gradualista, evolucionista, que niega frontalmente la teoría marxista-leninista del Estado, se pretende alcanzar un poder capaz de enfrentar las tareas de la revolución en la presente etapa, lo que equivale a afirmar que se conseguirá transformar el régimen actual, en esencia reaccionario, en un régimen democrático y antiimperialista y, por extensión, el propio capitalismo en socialismo. La Declaración considera que las fuerzas revolucionarias llegarán al poder a través de la acumulación de reformas profundas y consecuentes en la estrúctura económica y las instituciones políticas. ¿Pero cómo acumular tales reformas en el actual régimen y con el poder en manos de fuerzas reaccionarias? La Declaración señala un camino idílico en el que serán retirados gradualmente del gobierno los elementos reaccionarios y, también, gradualmente, irán ingresando en el gobierno elementos progresistas, hasta que un día se llegue a conquistar un poder democrático y antiimperialista. 

La Declaración afirma que la democratización es una tendencia permanente en la vida política nacional, consecuencia del desarrollo del capitalismo. Así, la democracia aparece como inherente al capitalismo, tesis típicamente revisionista. Además, es una afirmación que no corresponde a la realidad y lleva al embellecimiento del capitalismo, En 38 años de existencia, el partido de la clase obrera sólo ha tenido dos años de vida legal; las organizaciones sindicales están vinculadas al Ministerio del Trabajo y cuando se disponen a una acción independiente, y no declaraciones verbales que no tienen relación con la práctica, son amenazadas de intervención y clausura; la radio y la televisión - medios más modernos y eficientes de propaganda - son privilegios de los hombres en el poder; los ciudadanos sospechosos de ser comunistas tienen prohibido ser candidatos a los puestos electivos; las grandes masas del pueblo, principalmente los campesinos, por una serie de restricciones, no participan en la vida política del país. Algunas libertades existentes, fruto de la continua y ardua lucha del pueblo, son de tal forma generalizadas y exaltadas en la Declaración, que se tiene la impresión de que Brasil vive en una auténtica democracia. 

La Declaración predica la "vía pacífica" de la revolución

En lo que concierne al camino de la revolución, la Declaración afirma que Brasil es uno de los países en el cual se abre la posibilidad real de la vía pacífica. Partiendo de un análisis profundamente subjetivo, traza un camino color de rosa, sin disturbios sociales y choques violentos para realizar las tareas de la revolución. Llevando a lo absoluto la posibilidad de un camino pacífico, en la práctica, la Declaración lo convierte de hecho en el único camino. Toda orientación que establece está basada en ese camino, desarmando, así, al proletariado y a su partido para cualquier otra eventualidad. Por ello, la advertencia, hecha de pasada, de que en el caso de que los enemigos utilicen la violencia es indispensable tener en mente la solución no pacífica, carece de sentido. Si bien, en la presente situación mundial, se deba tener en cuenta la viabilidad del camino pacífico, no se puede, en las condiciones brasileñas, hacerlo absoluto. Los comunistas prefieren este camino. Pero cometerían un grave error si apoyaran toda su actuación en ella, porque todavía nada ha demostrado que el camino de la revolución brasileña sea el camino pacífico. La experiencia pasada y reciente de los paises de América Latina muestra que no fue pacífico el camino para derrocar las dictaduras. Incluso en Brasil, la práctica muestra que los cambios en la estructura económica del país o en las instituciones políticas no se llevaron a cabo sin llamar a las fuerzas armadas, aunque no siempre hubo enfrentamientos sangrientos. 

La Declaración de marzo de 1958 es, así, un documento que enfrenta los problemas de la revolución desde el punto de vista de la burguesía, conduce a la negación de la lucha revolucionaria, la adaptación al capitalismo y al evolucionismo bajo la apariencia de un camino pacífico. Esto favorece a la penetración de la ideología burguesa entre las masas, lo que dificultas su incorporación a las posiciones del proletariado. 

La actividad de los comunistas a partir de marzo de 1958

En su actividad práctica los comunistas han alcanzado algunos éxitos. En las últimas campañas electorales, de manera general, tuvieron una participación activa. Enfrentándose a las restricciones antidemocráticas que obstaculizaron su acción política, el Partido, en algunos lugares, ayudó a formar coaliciones que aseguraran la victoria de candidatos nacionalistas. Eligió también a numerosos candidatos comunistas que se postularon para puestos electivos bajo diferentes siglas del partido. A pesar de las diferencias mostradas en su actividad, los comunistas han contribuido en el fortalecimiento de la organización sindical de la clase obrera y en el avance de su proceso de unificación. Ocuparon un lugar destacado en las luchas por las reivindicaciones de los trabajadores, particularmente en lo que se refiere al aumento salarial y contra la carestía de vida. Los comunistas ayudaron a impulsar las luchas patrióticas, realizando acciones unidas con otras fuerzas, lo que contribuyó, de cierto modo, al fortalecimiento del movimiento nacionalista. Estos éxitos, sin embargo, son relativamente pequeños si se tienen en cuenta las condiciones bastante favorables existentes en el país para el avance del movimiento democrático y antiimperialista y para el crecimiento del Partido.

La práctica de estos últimos dos años ha revelado claramente el carácter oportunista de la actual orientación. Esta ha llevado al Partido a renunciar a una posición independiente, tanto en el terreno político como ideológico. 

De manera general, la posición del Partido es de remolque en relación con las fuerzas aliadas, en particular el Frente Parlamentario nacionalista y el PTB. Se subestima al Partido con el pretexto de fortalecer el frente único. Si es falso mirar al movimiento nacionalista con reservas u hostilidad, considerando que participar en él significa someterse a la hegemonía de la burguesía, el Partido no puede dejar se hacerse oír entre las masas y en la vida política brasileña, para aparecer con su verdadera fisonomía del partido de vanguardia de la clase obrera. El desempeño político del Partido es muy débil. Los comunistas están satisfechos actualmente con la defensa que los aliados realizan de los objetivos comunes del frente único. Para las amplias masas no son claras las consignas del Partido. Sin periódicos diarios, sin parlamentarios que hablen en su nombre, contando un con pequeño número de dirigentes conocidos, el Partido se diluye en el movimiento general del frente único, no consigue atraer ni a los sectores más avanzados de los trabajadores a las filas del partido, ni a las masas para su orientación. 

La posición del Partido frente al gobierno del señor Juscelino Kubitschek es dudosa. Durante un largo periodo de tiempo no se ha hecho ninguna crítica al gobierno. Cuando los dirigentes comunistas acudieron a la actividad pública legal, se concedieron entrevistas que prácticamente implicaban el apoyo en bloque a la política gubernamental. Posteriormente, se comenzó a apoyar los lados positivos del gobierno y a criticar los negativos, pero se daba tanto énfasis al apoyo y las críticas eran tan tímidas e inconsecuentes, que, para las masas, la posición de los comunistas se presentaba como favorable al gobierno. Es característico que, después de haberse combatido la política económico-financiera del gobierno, se ha pasado a combatir únicamente ciertos aspectos de esa política. La presentación de soluciones positivas sin que, al mismo tiempo, se desarrolle la crítica a la política del gobierno, transforma, en la práctica, a los comunistas en sus colaboradores. La acción de los comunistas que ha sido más relevante ha sido la del apoyo. Generalmente apoyan promesas que no se hacen realidad o medidas encubiertas que luego son anuladas por otras acciones reaccionarias. Todo esto contribuye para que amplios sectores del Partido tengan una actitud conformista, de pasividad o de acuerdo con el gobierno. Si no se combate enérgicamente la política errónea del gobierno las fuerzas más reaccionarias utilizarán a su favor, como ya lo están haciendo, el descontento popular.   

La orientación de la lucha por un gobierno nacionalista y democrático, a través de sucesivos cambios en la política y la composición del actual gobierno, ha ido fallando. ¿Qué se consiguió con la aplicación de esta táctica? En lo que se refiere a la política del gobierno esta se mantiene, en lo fundamental, antipopular y de capitulación al imperialismo norteamericano. En lo que concierne a las modificaciones de la composición del gobierno, si bien es cierto que salieron del Ministerio de Hacienda el señor Lucas Lopes y, del BNDE (Banco Nacional de Desarrollo Económico), el señor Roberto Campos, también es verdad que ingresaron en el ministerio los señores Armando Falcao, Amaral Peixoto, Horácio Lafer, Paes de Alemida, además del señor Lúcio Meira en la dirección del BNDE. En realidad los cambios que se produjeron en el gobierno fortalecieron las posiciones reaccionarias y entreguistas. 

En estos últimos meses, llevada por los propios acontecimientos y por la presión de la crítica de los militantes, la dirección nacional, sin explicación y sin ningún espíritu autocrítico, procura realizar ciertas modificaciones en la posición que el Partido tiene frente al gobierno, llevando, así, a la confusión en las filas del partido. 

En la práctica, se subestima la lucha por la reforma agraria, con el pretexto de no perjudicar la acción contra el imperialismo norteamericano. Mientras diversas corrientes y partidos políticos desplegaban la bandera de la reforma agraria, los comunistas reducían la cuestión campesina a medidas de reforma agraria u ocultaban la consigna de reforma agraria.

Dificultades en la organización del partido

Guiado por la actual línea política, el Partido en su actuación no se distingue de los demás partidos que tienen una posición nacionalista. Para las masas no se presenta como el partido del socialismo, sino como el partido del nacionalismo, con objetivos bastante limitados, lo que dificulta el ingreso en sus filas de personas que son despertadas al comunismo por las grandes victorias del sistema socialista, particularmente la Unión Soviética y la China Popular.

En lo que se refiere a la vida interna del Partido, han sido alcanzado algunos resultados positivos. Las elecciones para elegir la dirección del partido se están convirtiendo en la norma. Las alteraciones en la estructura del Partido, de acuerdo con la división administrativa del país, ha posibilitado una mayor integración de los organismos regionales y locales en la vida política. Pero la vida orgánica del Partido es muy precaria. No hay preocupación respecto al funcionamiento de las organizaciones de base y con la construcción del Partido. Por otro lado, los propios militantes manifiestan poco interés por las reuniones. En algunos sectores del Partido se registran tendencias a abandonar el trabajo en los organismos y a limitarse exclusivamente a la acción de las organizaciones de masas, a debilitar los vínculos del partido y a subestimar la disciplina. Las organizaciones de base y las direcciones medias renuncian a su papel de vanguardia y se transforman en simples apéndices de las organizaciones de masas. Si bien los métodos de gestión han mejorado a raíz de las demandas del conjunto de los militantes, el trabajo colectivo de los órganos dirigentes todavía es muy deficiente. La propia Declaración de marzo de 1958 fue obra de un pequeño grupo de camaradas, redactada en ausencia de los miembros del CC y presentada por sorpresa a este órgano de gobierno en la reunión en la que fue aprobada. 

Aún más grave es la situación en el terreno ideológico. En el Partido circulan ideas ajenas al proletariado sin la lucha necesaria. La penetración de la ideología burguesa en el movimiento comunista es grande e intensa. Mientras tanto, en casi todos los Comités Regionales el trabajo de educación de los militantes y la defensa del marxismo-leninismo fueron abandonados. El trabajo de edición de libros marxistas fue paralizado, dejando el campo abierto para las ideas de la burguesía o del imperialismo. Las teorías defendidas por las publicaciones e instituciones culturales burguesas invaden las filas del partido sin oposición. La negligencia en el trabajo ideológico y las posiciones oportunistas, resultadas de la línea política, llevan al debilitamiento del espíritu de Partido, la pérdida de combatividad, de capacidad de lucha y de sacrificio de los militantes. Esta situación muestra que, en la lucha ideológica, aunque se deba continuar el combate contra las concepciones sectarias y izquierdistas para mejorar las relaciones entre el Partido y las masas y hacer avanzar el proceso de formación del frente único, lo fundamental, ahora, es golpear las tendencias oportunistas de derecha que constituyen el principal peligro. 

Todo esto impone la necesidad de cambiar de rumbo, de sustituir la actual orientación del Partido por una nueva línea que corrija los errores de derecha, sin incidir en los viejos errores izquierdistas y sectarios. Con este fin, partiendo de un punto de vista de clase del proletariado, es preciso analizar la situación objetiva del país, caracterizar la revolución brasileña y definir sus tareas y establecer la táctica con vistas a alcanzar las reivindicaciones programáticas de la presente etapa de la revolución. Sin pretender dominar la verdad sobre problemas tan complejos y difíciles, presento, como contribución al debate, mi opinión sobre tales cuestiones, la cual considero una posición muy diferente a la que ha tomado el Partido. 

Una defensa falsa de una línea oportunista

Pero (las Tesis y la Declaración de 1958) al intentar innovar, caen en el gradualismo oportunista. Afirman que Brasil es uno de los países para el cual se abre la posibilidad real de la vía pacífica. Se basan, por lo tanto, en premisas que, cuando no son falsas, son hipótesis o constataciones unilaterales. Así, la tesis de la "democratización creciente de la vida política" no corresponde a la realidad. Aunque el país, actualmente, viva en un clima de relativa libertad, no se puede asegurar que la democratización es una tendencia permanente en la vida brasileña, ya que las fuerzas reaccionarias se mantienen en el poder y siempre que sus intereses son alcanzados recurren a la violencia y atentan contra las libertades democráticas, como se ha verificado en varios puntos del país. En lo que respecta al "ascenso del movimiento obrero", aunque se tenga una gran influencia en el curso de los acontecimientos políticos, la verdad es que la unidad y la organización de la clase obrera está en un nivel tan poco desarrollado que no puede servir de base para proclamar que existe la posibilidad real de un camino pacífico. Tampoco se puede basar esta posibilidad en el "desarrollo del frente único nacionalista y demócrata", ya que las propias Tesis afirman que "el movimiento nacionalista es, en cierto grado, espóntaneo y disperso" y las fuerzas que lo componen "no siguen un plan unificado de acción ni poseen una plataforma común". Por lo tanto, las premisas en las que se apoya la Declaración para fundamentar la vía pacífica son inconsistentes. En consecuencia idealiza el camino de la revolución antiimperialista y antifeudal. "El pueblo brasileño -afirma el documento- puede resolver pacíficamente sus problemas básicos con una acumulación gradual, pero constante, de reformas profundas y consecuentes de la estructura económica y las instituciones políticas, llegando hasta la realización completa de las transformaciones radicales colocadas en el orden del día por el propio desarrollo económico y social de la nación." ¿Se podría trazar un marco más evolucionista y reformista para la marcha de la revolución brasileña? A continuación la Declaración dice que es necesario para avanzar por este camino la conquista de un gobierno nacionalista y democrático. Las Tesis indican los medios posibles para conquistarlos: a) la presión pacífica de masas para alejar del poder a los entreguistas y sustituirlos por nacionalistas; b) la victoria de los candidatos nacionalistas y demócratas en las elecciones; c) la acción de las masas y de los sectores nacionalistas del parlamento, de las fuerzas armadas y del gobierno contra los intentos de golpe por parte de los entreguistas y reaccionarios.

El curso precario de la Declaración y las Tesis

Los medios probables de conseguir un gobierno capaz de "dirigir la solución de los problemas del pueblo brasileño" son bastante discutibles. Además, las tres soluciones son presentadas desligadas unas de otras. Vacilando, en relación a la eficacia de tales medios, las Tesis afirman más adelante que "el complejo desarrollo de la vida nacional es lo que determinará los medios concretos para la conquista de un gobierno nacionalista y democrático". En lenguaje de los simples mortales: todo puede ocurrir, pero los medios probables para conquistar tal gobierno son los mismos que se encuentras en las Tesis. Por estos caminos el Partido no llegará lejos. Si la práctica es el criterio supremo de la verdad, ¿cuál es la experiencia concreta si esos medios probables ya constaban en la Declaración? El balance de los progresos obtenidos en más de dos años de aplicación de esta táctica es sentimental. El gobierno del señor Juscelino Kubitschek, como se vio arriba, tiene hoy, desde el punto de vista de la democracia y la lucha antiimperialista, una composición mucho peor que a principios de 1958. Esto muestra cuán precario es el camino trazado en la Declaración y en las Tesis en cuanto al camino pacífico. 

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